10.2.15

La Cubera

Por Zapito (del Foro “Cubanos de Pesca”)
Hola a todos los que participan en el foro de discusión CUBANOS DE PESCA. Desde hace algunos días esperaba el espacio de tiempo necesario para hacer esta entrada en que intento compartir con los amigos una de mis vivencias más actuales en la pesca. Hace tres lunas ya, que comen los pargos criollos, una especie muy apreciada por nosotros por lo interesante que resulta su pesca y por su excelente aporte a la mesa de los que nos dedicamos a esta maravillosa actividad. Pero hoy, hablando de pargos, contaré sobre la captura que hice de un miembro de la especie que no es el criollo, que fue el que salí a buscar, sino de una verdadera batalladora que no resulta tan mansa como los pargos criollos sino que se defiende sin tregua desde que se logra anzolar hasta que muere, ya, por no poder respirar cuando la introducimos en nuestro saco, fuera del agua, hablo de la señora Cubera (Lutjanus cyanopterus).  

Esta pieza la maté la madrugada del sábado 28 de Junio (2014) sobre las 04:30 horas, cuando me encontraba apotalado sobre unas 25 brazas de agua frente a la desembocadura del rio Almendares, en La Habana. La noche estaba perfecta, corría una suave brisa apenas perceptible, el mar plano, casi parecía un gran panel de cristal, una calma verdaderamente placentera, la corriente medio durita, pero que dejaba pescar, perfecta para los pargos que así es como más se sienten, aquí, en el litoral de la ciudad. Tenía tirados dos avíos preparados en forma de mamadera: Uno de monofilamento de 30 libras, marca Tiger, y el otro un poco más grueso mono también pero de 50 libras, marca Lesca del nylon que se conseguía mucho en la década de los 80, ambos en yoyos de madera. Las carnadas eran dos giniguanos (*) muertos, encarnados por el centro de la espina dorsal.

No sé cómo este astuto animal se las arregló para comerse el giniguano que había colocado en el nylon más fino; la estampida que pegó cuando se lo tragó fue, créanme amigos, tan violenta casi no le meto las manos al carrete aquel que parecía una centrifuga de lavadora dando vueltas en el estrobo que descansaba momentos antes completamente inerte. Cuando la clavo, parece que por sorprendida, se dejó cobrar unas cuantas brazadas, pero la reacción fue virar la cabeza y emprender una fusilada de demonios que gracias al trabajo rápido de las manos y a lo bien que están pulidos mis carretes logre, no sin antes sufrir el calor de la fricción, aguantar estoicamente. Después de parar metía unos tirones que no sé cómo aguantó aquel nylon; así poco a poco la fui alejando del fondo para que no se encuevara y no sin menos lucha logré ir subiéndola y al final, al cabo de una última batalla ya cerca del corcho, embicherarla, porque con los dientes que tenía no me atreví a levantarla por el nylon para cogerla por las agallas. Fuera del agua lanzaba unas mordidas de miedo.
En la foto pueden ver a mi hijo sosteniéndola con un poco de trabajo no la pesé pero debe haber tenido entre 15 y 18 libras creo yo, sin excederme. Espero sea del agrado de todos esta anécdota que plasmo aquí en el foro quizás alguien se embulle y nos deleite contando otra. Muchas gracias.

 

* Más comúnmente, jeníguanos: Haemulon aerolineatum (Jeníguano bocón) y  Haemulon striatum (Jeníguano rayado) (Guitart, Sinopsis de los peces marinos de Cuba, Tomo III, páginas 478-479). No obstante, se ha respetado la forma asumida por el cronista Zapito, dado que un estudio de la terminología de nuestra afición se halla todavía pendiente y no debemos apresurarnos a obligar a una norma estricta a los aficionados. Dice asimismo “corcho” y todos los de esta costa le entendemos: es la balsa cuando se construye de material compacto, específicamente la llamada “poliespuma”. Ah, y así es como se escribe de pesca en La Habana, Cuba. El Editor.

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