Un
tiburón marrajo de más de mil libras
L
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a luna tirando a menguante, la
mar movida, viento nordeste. Corre pescado. Los barquitos de Playa Baracoa,
Artemisa (Cuba), entran a media mañana a la rada, al cabo de la faena que
seguro comenzaron oscuro. Cargan los aparejos de palangre, y alguno un pez a
remolque, de los grandes. Octubre viene con picada.
Entre un cambio de carnada y un
enredo a desenredar, y unos pescadores de orilla que pasaron buscando sardinas
con la atarraya, alguno tuvo tiempo de mirar río arriba y a un centenar de
metros estaban ya izando el tiburón y aglomerándose la gente con los celulares,
modernidad que no abandona un momento a la gente acá. Como no estaba particularmente
ocupado, el editor del blog anduvo el trayecto por la calle inmediata el río y
allá averiguó que el pez, muy poco amigable de cerca, con su ancha cabeza y sus
cuatro metros y centímetros en la vertical, había sido cogido una milla aguas
afuera, en un anzuelo calado a 500 metros de profundidad.
El gran carretel que portaba el Río Azul, ahora en tierra, es un
palangre con una madrina hecha de cuerda de caprón, con 23 bajantes. Pregunta
el peso del pez:
―Cuatrocientos kilos, limpio ―responde
Ismael Martín, sin dudas el patrón.
― ¿Eso serán unas ochocientas
libras?
―Entero como está, unas 1 300
libras.
El tiburón marrajo,
científicamente denominado Hexanchus
griseus (Bonnaterre, 1788), es descrito del siguiente modo en el tomo
primero de la Sinopsis de los peces
marinos de Cuba del Dr. Darío J. Guitart:
Cuerpo escualiforme; con aleta anal; una
sola dorsal situada totalmente por detrás de las aletas ventrales; con seis
aberturas branquiales; lóbulo inferior de la caudal, poco desarrollado; con
espiráculos situados más cerca de las aberturas branquiales que del ojo;
pedúnculo caudal sin quillas laterales y sin fosetas superior e inferior;
dientes de la mandíbula superior, distintos a los de la inferior; los primeros
en forma de colmillos, los segundos, en forma de peinetas y en número de seis a
cada lado de la mandíbula.
Color carmelita grisáceo claro en el lomo y
costados hasta el nivel de las pectorales; vientre, blanco sucio; aletas con
las puntas de la cara inferior manchadas de pardo oscuro.
En
Cuba se han capturado ejemplares de casi 5 metros de longitud total y más de
500 kg de peso. Tiene utilidad
industrial por el alto rendimiento de aceite de hígado.
No estaba lejos de esa marca el
ejemplar desembarcado por el Río Azul. Lástima que no hubiera una balanza como
en los antiguos tiempos en este puerto.
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